
Alianzas gubernamentales de J-PAL LAC: Caminos hacia una cultura del uso de evidencia

Nuestro trabajo en J-PAL América Latina y el Caribe (LAC) es posible gracias a la estrecha colaboración y la dedicación de numerosos gobiernos regionales que reconocen la importancia de utilizar datos y evidencia para mejorar los programas sociales y las políticas públicas. Durante los últimos quince años, hemos trabajado con más de veinte agencias gubernamentales en toda la región. Esta es la tercera entrada de una serie titulada "Alianzas Gubernamentales de J-PAL LAC", en la que compartimos perspectivas clave de este invaluable trabajo. Nuestra primera entrada destacó lecciones sobre la reducción de la violencia de género y la segunda, lecciones sobre el apoyo a la toma de decisiones gubernamentales en Guatemala.
En J-PAL, tenemos el compromiso de fortalecer las intervenciones sociales y reducir la pobreza mediante el uso de evidencia científica que informe sobre los mecanismos más efectivos para el desarrollo del pleno potencial de millones de personas en el mundo. No obstante, avanzar hacia una cultura de decisiones basadas en evidencia es un proceso complejo que requiere de capacidades técnicas y un entorno institucional propicio.
En Latinoamérica y el Caribe (LAC), los programas sociales implementados por los gobiernos son los que tienen mayor capacidad para transformar la realidad. Por este motivo, la oficina de J-PAL LAC ha cultivado múltiples alianzas con gobiernos, con la finalidad de expandir la cultura de las políticas públicas informadas por la evidencia rigurosa. Este camino nos ha dejado aprendizajes que hoy compartimos.
Lección 1: Es necesario centrarse en el problema, no en la solución de la que te enamoraste.
Incorporar evidencia en la toma de decisiones implica superar barreras como el poco tiempo, la incertidumbre o la tendencia a repetir lo conocido. Pese a tales obstáculos, el primer paso hacia una relación sólida entre toma de decisiones y evidencia es comprender que el problema debe ser la base para buscar soluciones.
Definir adecuadamente el problema es un desafío en sí mismo: requiere de la elaboración de un diagnóstico que identifique sus causas, su magnitud y a quiénes afecta. Una definición precisa del problema es fundamental tanto para el diseño y evaluación rigurosa de nuevas intervenciones, como para la identificación y aplicación de soluciones previamente evaluadas que han proporcionado evidencia de su efectividad.
Abundan las experiencias en que esta premisa no fue cumplida. Por ejemplo, aun cuando la evidencia disponible señalaba la ausencia de efectos, muchos gobiernos continuaron distribuyendo equipos portátiles con la expectativa de mejorar los resultados educativos. Poner el problema al centro implica repensar soluciones y abrirse a generar nueva evidencia que documente su efectividad.
Enamorarse de la solución antes de entender el problema limita la efectividad de las intervenciones y reduce la capacidad institucional para aprender y mejorar. En contextos de alta complejidad, regresar a la reformulación del problema puede ser una vía práctica para reconectar las soluciones con las necesidades reales y avanzar hacia decisiones públicas más consistentes y sostenibles.
Volvamos al ejemplo de las laptops. Antes de comprar siquiera una, es fundamental preguntarse cuál es el problema y cuál es su causa subyacente. ¿Los estudiantes no aprenden lo suficiente porque les cuesta entender las clases? ¿O el verdadero problema es que ni siquiera asisten a la escuela? Solo una vez que identifiquemos la raíz del problema podremos evaluar si una laptop podría contribuir a resolverlo. Por ejemplo, es poco probable que una laptop solucione la inasistencia, pero si el problema es la falta de docentes, las laptops podrían mejorar el aprendizaje si es que permiten que los estudiantes aprendan en forma autónoma.
Lección 2: Existen diferentes caminos para catalizar evidencia en favor de políticas públicas informadas.
Aunque los gobiernos tengan un punto de partida sólido, no existe una sola ruta para consolidar el uso de evidencia. Algunos procesos comienzan con el fortalecimiento de capacidades o con el diseño de herramientas; otros, con la incorporación de evidencia existente o la preparación de intervenciones evaluables. Reconocer esta diversidad permite acompañar a cada institución desde su contexto real, ajustando el tipo de colaboración y el ritmo del proceso.
Un posible camino consiste en el fortalecimiento institucional. Tras identificar capacidades técnicas, procesos internos y condiciones habilitantes, es viable diseñar una estrategia que aproveche los elementos existentes como base para fortalecer y ampliar capacidades. En este sentido, destaca la colaboración iniciada en 2023 entre J-PAL LAC y la Secretaría de Planeación y Participación Ciudadana del Estado de Querétaro (SPPC), que se ha centrado en diseñar nuevas políticas, modificar intervenciones existentes y evaluar su impacto. Para ello, J-PAL LAC ha apoyado el fortalecimiento de capacidades de la Secretaría, la cual funge como ente rector en la materia y trabaja con otras unidades del gobierno para cumplir sus objetivos.
En esta colaboración, la SPPC identificó dos necesidades clave: incorporar la perspectiva causal mediante Teorías de Cambio e integrar el uso de evidencia rigurosa en la práctica cotidiana. Así nació el “Instrumento de Evaluación de Políticas Públicas” (EVAPOP), una herramienta de gestión para informar el diseño, evaluación o rediseño de programas. Su aplicación ha promovido discusiones técnicas estructuradas y generado condiciones para futuras evaluaciones de impacto.
El caso de Querétaro muestra cómo la combinación de herramientas, acompañamiento técnico y voluntad institucional puede fortalecer una gestión pública más reflexiva y basada en evidencia. La experiencia permitió extender la alianza al municipio de Santiago de Querétaro y avanzar en el desarrollo de IMPACTA, una aplicación web con recursos audiovisuales integrados y acceso a repositorios de evaluaciones, inspirada en EVAPOP. IMPACTA está diseñada para fomentar futuras alianzas en la región como un primer paso hacia el uso de evidencia. Estos avances demuestran el potencial de generar aprendizajes compartidos que abran nuevas posibilidades para el uso estratégico de la evidencia.
Otra ruta consiste en crear unidades dedicadas a la generación y evaluación de innovaciones. Los laboratorios de evaluación son espacios de co-creación donde miembros del gobierno y del ámbito académico desarrollan soluciones innovadoras de alto impacto. Estos laboratorios logran su propósito identificando preguntas relevantes de política pública, diseñando posibles soluciones basadas en evidencia y evaluando su efectividad.
La creación de estos laboratorios requiere establecer estructuras y procesos orientados a la innovación, así como fortalecer las capacidades necesarias para su funcionamiento. Por ejemplo, siguiendo experiencias previas, J-PAL LAC e IPA Perú están apoyando al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) de Perú en la implementación de un laboratorio enfocado en la fiscalización de normativa ambiental. Este trabajo ha implicado tanto tareas administrativas —como la creación de la estructura orgánica que albergará al laboratorio y la definición de sus procesos— como actividades formativas, incluyendo capacitaciones en evaluación e incubación de innovaciones, bajo un enfoque de 'aprender haciendo'. Todo esto con para que eventualmente OEFA desarrolle y evalúe sus innovaciones en forma independiente.
Lección 3: Seguir caminando… ¡Y no perder de vista la meta!
Aunque no hay un modelo único, nuestras alianzas parten de la certeza de que enfocarse en resolver el problema es el primer paso para usar y construir evidencia rigurosa que guíe las políticas públicas. Trazar la ruta depende de las necesidades, fortalezas y ventanas de oportunidad de cada organización.
Lograr esta cultura organizacional y garantizar su sustentabilidad descansa en la mejora continua y en el intercambio de experiencias y aprendizajes con otras instancias. En estos años, hemos aprendido que avanzar hacia esa cultura no implica hacer una réplica exacta de lo que ya se ha hecho, sino construir espacios compartidos para repensar problemas, experimentar con soluciones y documentar lo que funciona.
Si lograr una cultura de uso de evidencia en la política pública requiere de un esfuerzo constante, ¿por qué tomarse la molestia? Porque en esta carrera conjunta, la meta es alentadora: co-construir intervenciones que mejoren la vida de millones de personas en la región.