Enfrentando un terremoto educativo: un ejemplo de innovación y escalamiento de un programa en Chile

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Screenshot of the DFM Chile learning platform.
Screenshot of DFM Chile platform.

Los sistemas educativos de todo el mundo se encuentran en una posición precaria. Independientemente de lo que suceda con las nuevas variantes del Covid-19, el proceso educativo de nuestros estudiantes se vio sustancialmente interrumpido. A pesar de los tenaces esfuerzos de las comunidades educativas y las familias, existe evidencia de que las consecuencias negativas sobre los logro educativos, la socialización, el desarrollo emocional y la salud mental y física son grandes y persistirán por un tiempo.

Afortunadamente, la evidencia científica puede echarnos una mano. En los últimos años, los investigadores han estado estudiando los enfoques más efectivos para mejorar los resultados de aprendizaje. Las posibles estrategias son numerosas: reducir los costos y la dificultad de asisitir a la escuela, adaptar la instrucción al nivel educativo individual, fomentar la estimulación durante la primera infancia, apoyar la salud del estudiantado y varias otras. Debemos hacer uso de la evidencia disponible, pero ¿cómo podemos traducir este conocimiento en políticas concretas?

Un proceso de aprendizaje colaborativo

Idealmente, la creación de políticas educativas debería ser un proceso de aprendizaje que involucre una estrecha colaboración entre investigadores, escuelas, sociedad civil y quienes formulan políticas. El primer paso del proceso es identificar un problema prioritario, diagnosticarlo cuidadosamente y revisar la evidencia relacionada con el tema. Luego, teniendo en cuenta el contexto y las limitaciones específicos,  las partes diseñan un programa y definen cómo lo evaluarán.

Finalmente, una vez que se implementa la intervención, quienes definen las políticas y los equipos de investigación deben analizar los resultados y compartir con otros lo que aprendieron. De esta manera, más personas pueden aprovechar la evidencia que se acaba de generar y los programas que mostraron ser efectivos pueden replicarse o ampliarse en nuevos contextos.

El año pasado, en medio del cierre de escuelas, vivimos este proceso de aprendizaje colaborativo en Chile. Luego de que una comisión compuesta por miembros del gobierno, la sociedad civil y la academia identificara la deserción escolar como uno de los principales desafíos en educación, decidimos trabajar a partir de una premisa simple pero poderosa: los estudiantes permanecerán en el sistema educativo si consideran que es una experiencia valiosa; por lo que debemos asegurarnos de que sean conscientes de los beneficios de la educación.

Adaptando un programa a un nuevo contexto

La evidencia indica que los estudiantes pueden tomar mejores decisiones con respecto a cuánto esfuerzo dedican a la educación, si ellos y sus familias son informados sobre los beneficios, costos y calidad de la educación. Con esto en mente, junto con el Ministerio de Educación de Chile, la ONG Consilium Bots y J-PAL LAC, desarrollamos, adaptamos y piloteamos el programa “Decidiendo por un Futuro Mejor” (DFM Chile).

Este programa busca aumentar la retención escolar y mejorar las decisiones de los estudiantes brindando información sobre el valor y los beneficios de completar la escuela secundaria, asesorando sobre posibles trayectorias de educación superior y cómo financiarlas, y ayudando a planificar para el futuro.

DFM Chile se construyó a partir de programas similares que se implementaron en República Dominicana y Perú. Estos programas se basaban en videos breves de tipo"telenovela" e infografías para ayudar a que la información fuera más atractiva y fácil de usar. Dados los resultados positivos en las evaluaciones de impacto, las intervenciones se escalaron a nivel nacional en ambos países. Asimismo, un panel interdisciplinario convocado por el Banco Mundial las identificó como ejemplos de políticas públicas que permiten mejorar la educación a bajo costo.

Sin embargo, a diferencia de estos proyectos, en los que los contenidos se transmitían de manera presencial, en DFM Chile adaptamos el piloto al contexto actual del país. Por ello, lo llevamos a cabo en una plataforma digital interactiva para teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras. Durante cinco semanas, y bajo la guía de sus docentes, los estudiantes miraron videos, respondieron preguntas y completaron actividades, e incluso esbozaron un plan para sus futuras carreras.

Tener el programa en formato digital no solo es relevante para el contexto actual de Covid-19, sino que permite dar retroalimentación a los estudiantes y seguir su progreso. Pero lo que probablemente sea más relevante, es que si el programa tiene buenos resultados, escalarlo tendría un costo marginal mucho más bajo que si se escalara como una iniciativa presencial.

Resultados preliminares

El estudio aún está en curso, pero ya observamos algunos resultados interesantes que hacen de DFM Chile un buen candidato para ser escalado:

  1. El formato digital facilita ampliar el programa y extenderlo a poblaciones de difícil acceso a bajos costos marginales. Además, este podría llevarse a cabo incluso cuando los estudiantes y docentes tuvieran que quedarse en casa debido al Covid-19.
  2. Las escuelas acogieron bien la versión en línea de DFM Chile. Alrededor de 100 establecimientos, 10.800 estudiantes y 630 docentes tuvieron acceso al programa; la tasa de uso entre las escuelas fue del 73 por ciento —bastante superior al 33 por ciento alcanzado en el primer año en Perú—, y 7.474 estudiantes accedieron a la plataforma al menos una vez.
  3. Existen brechas de información relevantes con respecto a los beneficios de la educación y cómo continuar y financiar la educación superior. Estas podrían ser acortadas gracias al programa.
  4. La evidencia inicial sugiere que el piloto cambió las creencias de los estudiantes con respecto a la oferta de financiamiento para la educación superior. También, lo hizo en los ingresos esperados para cada nivel educacional, especialmente para la educación superior.

Adhiriendo al aprendizaje continuo

Ahora que el piloto ha terminado, estamos ansiosos por analizar y compartir los resultados. Esto no solo ayudará a otros a construir nuevos programas, sino que también nos permitirá continuar con el ciclo de aprendizaje mencionado anteriormente: al perfeccionar y testear más DFM (lo que continuaremos haciendo este año con una población objetivo de 150.000 estudiantes en Chile), seguiremos mejorando los resultados educativos y produciendo nueva evidencia.

DFM Chile es un buen ejemplo de cómo el trabajo conjunto entre la academia, las escuelas y quienes formulan políticas puede generar soluciones creativas y de bajo costo adaptadas al contexto local. Este enfoque es relativamente nuevo en el mundo de la política educativa, donde a menudo se realizan cambios sistémicos antes de probar y calibrar las intervenciones para las realidades educativas locales.

Esperamos que esta forma de trabajar sea cada vez más frecuente y que mejoremos la educación a medida que aprendemos algo nosotros mismos. La situación actual nos empuja a actuar con rapidez, pero también a actuar de manera coordinada e inteligente. Necesitamos transformar la evidencia en acción.

 

Este proyecto es posible gracias al apoyo de Tinker Foundation y de IGI.

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