Los efectos de las transferencias monetarias en el bienestar de las mujeres: Lecciones de la evidencia en América Latina

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Mujer con hijo en su espalda asiste a hospital
Photo: © Bill & Melinda Gates Foundation

Las transferencias monetarias son uno de los métodos más populares para mejorar las condiciones socioeconómicas de los individuos de grupos históricamente desfavorecidos. En diferentes contextos, se ha encontrado que las transferencias monetarias aumentan la actividad cerebral infantil, la participación escolar e incluso reducen la violencia. Sin embargo, aún no se ha alcanzado un consenso sobre sobre los efectos de las transferencias monetarias en la vida de las mujeres, especialmente en lo que respecta a su empoderamiento y a la violencia perpetrada por sus parejas. ¿Qué dice la investigación existente al respecto?

Esta entrada presenta los resultados de algunas evaluaciones aleatorizadas y estudios cuasiexperimentales de programas de transferencias monetarias condicionadas y no condicionadas realizados en América Latina. Extraemos de las investigaciones algunas lecciones para los responsables de diseñar políticas públicas sobre el alcance y los límites de estos programas en la mejora del bienestar de las mujeres. Sin embargo, siguen existiendo preguntas de investigación aún no resueltas y se requiere de más evidencia rigurosa.

Quien paga, ¿manda? Transferencias monetarias y empoderamiento de las mujeres

Las transferencias de efectivo tienen como objetivo aumentar el bienestar general mediante un mayor acceso a los bienes y servicios y empoderando a las personas para tomar decisiones que maximicen beneficios. También pueden contribuir al empoderamiento económico de las mujeres al permitirles generar ingresos, participar en el mercado laboral, controlar los recursos y tomar decisiones económicas, si el diseño del programa garantiza que las mujeres mantengan el control sobre los recursos recibidos y se implementan componentes que ayuden a resolver limitaciones impuestas en razón del género.

En una revisión de evaluaciones llevadas a cabo en una veintena de países de ingresos bajos y medios se encontró que asegurar el control de las mujeres sobre el dinero transferido a sus hogares puede mejorar su agencia económica. Por ejemplo, la transferencia de fondos a través de depósitos directos en las cuentas de las mujeres o de pagos por teléfono móvil dio a las mujeres más control sobre el uso de los recursos financieros y mejoró su empoderamiento económico.  

Sin embargo, incluso si un programa busca fortalecer el empoderamiento de las mujeres, pueden surgir barreras y resultados no deseados. La revisión antes mencionada indica que la disponibilidad de recursos no necesariamente mejora el nivel de involucramiento en el proceso de toma de decisiones económicas. Un estudio cuasiexperimental sobre el programa colombiano Familias en Acción, el cual tiene como objetivo mejorar la salud infantil mediante transferencias dirigidas a mujeres, encontró un incremento en el uso de servicios de salud preventiva, nutrición y diversidad alimenticia. Pese a las expectativas sobre la contribución del programa para el fortalecimiento del empoderamiento de las mujeres, la transferencia no incrementó el involucramiento en la toma de decisiones relacionadas con llevar a las hijas e hijos al doctor o sobre la compra de alimentos. 

El equipo de investigación de este estudio plantea la hipótesis de que las mujeres no tomaron decisiones como parte de una estrategia para evitar conflictos en el hogar —e incluso violencia— por el control de los recursos. Si bien esta hipótesis es interesante, se requiere recopilar evidencia rigurosa para entender los límites de los efectos de las transferencias monetarias sobre el empoderamiento de las mujeres.

A la luz de estos resultados, se debe tomar en cuenta que los efectos medidos suelen estar asociados a las condicionalidades de los programas de transferencias monetarias. Lo anterior hace difícil determinar si el efecto sobre el empoderamiento se explica por la recepción de los recursos o por los requisitos para acceder a ellos.

Transferencias monetarias y violencia en la pareja

Se han desarrollado algunas evaluaciones para medir otro tipo de resultados, como la prevalencia de la violencia de pareja (VP) experimentada por las beneficiarias de las transferencias monetarias. En este sentido, los resultados sugieren que una disminución de la VP está vinculada a la recepción de las transferencias. 

Por ejemplo, una evaluación aleatorizada llevada a cabo en Ecuador muestra que las mujeres que recibieron el Bono de Desarrollo Humano (BDH), una transferencia incondicional para los hogares clasificados dentro de los dos primeros quintiles de ingreso, disminuyeron entre 6 y 7 puntos porcentuales la violencia física y sexual, así como los comportamientos de control expresados por su pareja. 

Sin embargo, una evaluación secundaria sobre el impacto del BDH en las mujeres receptoras muestra resultados divergentes. Mientras que las mujeres con más de seis años de formación escolar experimentaron niveles menores de violencia emocional, las mujeres con una formación equivalente o menor a seis años y cuyo nivel educativo era igual o superior al de sus compañeros sentimentales reportaron un incremento en la violencia emocional perpetrada por sus parejas. En la misma línea, una evaluación del impacto del Programa Progresa/Oportunidades —un programa de transferencia condicional en México enfocado en la mejora de la salud, los ingresos y la nutrición— sobre la prevalencia de comportamientos agresivos vinculados al consumo excesivo de alcohol encontró que las conductas agresivas aumentaron en los hogares de las mujeres que recibieron transferencias por montos mayores.  

Además, las transferencias monetarias pueden producir resultados variados según el tipo de violencia. Por ejemplo, un estudio no experimental del impacto del Programa Progresa/Oportunidades sobre la VP sugiere que, aunque las mujeres de los hogares beneficiarios tienen menos probabilidades de sufrir violencia física, estas tienden a sufrir violencia emocional en mayor medida que las mujeres de los hogares no beneficiarios. Sin embargo, se requiere evidencia rigurosa para comprender mejor la naturaleza de estos resultados. 

Si los programas aquí revisados son similares, ¿por qué difieren los resultados? Las autoras de la evaluación aleatorizada del BDH reconocen que el uso instrumental de la violencia por parte del agresor es relevante para prever los resultados posibles de este tipo de intervenciones. En un metaanálisis de artículos sobre transferencias monetarias y sus efectos sobre la violencia en la pareja, las investigadoras postulan que los resultados pueden variar dependiendo de los motivos detrás de la decisión de usar la violencia. Por ejemplo, si la violencia ejercida contra las mujeres tiene como finalidad la extracción de recursos, las transferencias pueden incrementar la probabilidad de que ellas experimenten un episodio de violencia a manos de su pareja; si la violencia se emplea como mecanismo de liberación de estrés por falta de recursos, una transferencia monetaria puede reducir la prevalencia de VP. 

Lecciones para futuros programas

Indudablemente, existen elementos de las transferencias monetarias que contribuyen a la reducción de la violencia en la pareja y que fortalecen el empoderamiento de las mujeres; al mismo tiempo, la evidencia aquí presentada también señala los límites de tales programas. Para comprender cómo las transferencias monetarias contribuyen al bienestar de las mujeres, es necesario recopilar evidencia rigurosa sobre la efectividad de este tipo de intervenciones en diferentes contextos.

Además, las personas responsables de diseñar e implementar políticas públicas para el empoderamiento y la reducción de la violencia de género deben tener en cuenta los hallazgos hasta ahora obtenidos. En particular, deben prestar atención a los factores que podrían comprometer la eficacia de las transferencias monetarias, tales como las normas de género, las dinámicas de los hogares o el uso instrumental de la violencia.

La iniciativa de Género y Agencia Económica de J-PAL ha trabajado en diferentes lugares, como África Oriental y Asia Meridional, impulsando investigaciones innovadoras sobre estrategias para mejorar la agencia económica de las mujeres. La reciente ampliación de su labor en América Latina y el Caribe abre una vía para desarrollar políticas basadas en la evidencia que hagan énfasis en el fortalecimiento del empoderamiento de las mujeres.
 

Este artículo es el último de una serie de blogs que conmemoran el Día Internacional de la Mujer. La serie destaca ejemplos de cómo la evidencia y las colaboraciones entre la academia, los gobiernos y la sociedad civil nos ayudan a enfrentar los desafíos que las mujeres experimentan en diferentes aspectos de sus vidas. Consulte la primera, segunda y tercera entradas del blog. Queremos agradecer a Gaby Bustamante, Valeria Lentini e Yvette Ramírez por sus aportaciones a este artículo.

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